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martes, 23 de octubre de 2007



LA NEGACION DE LA IDENTIDAD AMOROSA

Leyendo el texto de Humberto Maturana “Transformación en la convivencia”, caí en cuenta de una realidad que se vive día a día y que se repite de generación en generación, y que muchas veces pasa desapercibida frente a los ojos de padres, hijos, profesores, alumnos…ante la sociedad entera me atrevería a decir.

Es el caso de la ultra aceptada, transmitida y perpetuada “Cultura patriarcal”. Pero ¿Qué significa una “Cultura patriarcal” cuando lo que más se escucha decir es que la sociedad Chilena y la latinoamericana sienta sus bases sobre una llamada “Sociedad matriarcal”?.

Maturana hace referencia en su libro a dos Culturas que coexisten en una pugna incesante a medida que el individuo va creciendo y se va desarrollando. Estas dos culturas son la cultura matrística y la cultura patriarcal, siendo la primera la “cultura” que prevalece en la infancia del individuo; mientras la otra se superpone durante la época de la adolescencia y yo diría por el resto de la juventud y me atrevería a afirmar que es la cultura en la cual nos encontramos inmersos hasta nuestra muerte.

LO MATRISTICO V/S LO PATRIARCAL


Pero vamos despejando los conceptos. Maturana se refiere a la cultura Matrística/Patriarcal como culturas que no necesariamente tienen que ver con el sexo, es decir, la cultura matrística no necesariamente tiene que ver con Mujeres, y a su vez, lo “patriarcal” no tiene que ver necesariamente con lo masculino.
Maturana afirma que
“ Tanto lo patriarcal como lo matrístico son culturas, y pueden ser realizadas por hombres y por mujeres.”

Focalizándonos primero en la cultura Matrística, podríamos decir que es la cultura que nos acoge al momento de nacer, es la cultura imperante durante nuestros primeros años de vida. Es la cultura que nuestras madres- o eventualmente padres- se encargan de crear para nosotros, un entorno amoroso, de juegos, de cooperación, de ayuda, de ternura. En las palabras de Maturana: “ Los niños crecen en una relación materno-infantil de participación, de colaboración, de conversación par resolver las dificultades, de respeto por el cuerpo, de aceptación por la sensualidad y de la caricia, como algo legítimo, y no en un relacionarse jerárquico centrado en la exigencia de obediencia y autonegación”. Es aquí donde surge el problema propuesto por Maturana que es el cambio de una cultura matristica a una eventual cultura Patriarcal, donde ésta dice relación con la cultura que impera a partir de la “salida” de la niñez a la juventud y posteriormente su irremediable “entrada” a la vida adulta.

Maturana apunta su discurso a que la mayoría de los problemas que aquejan a los niños, preadolescentes o adolescentes es este quiebre que se genera a partir de una vida plena en lo matriarcal para entrar a “sobrevivir ”- ni siquiera a vivir a mi juicio – en una sociedad patriarcal. A estas alturas podemos dilucidar que la cultura patriarcal es lo contrario a la matriarcal, (…)
"está centrada en la guerra, en la apropiación, en las jerarquías, en la desconfianza y el control, en las relaciones de autoridad.”

EL GRAN SALTO: DESDE LA BURBUJA DE AMOR A LA SELVA DE CEMENTO


Me parece muy importante, sino fundamental, esta postura de Maturana, en el sentido que hoy en día los conflictos adolescentes están a la orden del día, creo que nadie se pone a pensar de dónde parten o qué es lo que gatilla estos comportamientos en los adolescentes. Ciertamente no es atribuible exclusivamente a este “quiebre de cultura”, pero sí que para uno como niño o niña –en un pasado- le fue complicado tener que despojarse tal vez de lo que verdaderamente sentía, hacía o de la forma que vivía o pensaba porque ya sales del núcleo de lo matristico, del “seno maternal” si se quiere, de lo tierno, de lo amoroso, del respeto, de la honestidad, de la sinceridad, para tener que entrar de cierta manera a una sociedad establecida tan fuertemente, que de una u otra manera te obliga a abandonar las actitudes en las que formaste tu personalidad.

Como dice Maturana:
Yo sostengo que los problemas de la adolescencia no son conflictos psicológicos; son conflictos de cambio de cultura que surgen al pasar de una cultura a otra que la niega completamente. Si antes había colaboración, ahora hay competencia, si antes había participación, ahora hay exclusión, si antes había respeto por la corporalidad, ahora el cuerpo es obsceno; en donde antes había caricia, ahora hay distancia; donde antes era legítimo reconocer las propias emociones, ahora hay que ocultarlas, hay que controlarlas, donde antes la sinceridad y la honestidad eran fundamentales, ahora hay que presentar una imagen y defender apariencias.”


SER O NO SER : ESA ES LA CUESTION

Mi pregunta, a raíz de este dialogo que tan gentilmente Maturana nos extiende, es: ¿ Hasta que punto es válida esta negación de cómo fuimos criados, dirigidos, formados durante nuestra niñez? ¿ Por qué esta obligación “implícita” en la vida adulta de abandonar nuestro “ser amoroso” para poder sobrevivir en esta sociedad donde la tónica es de competencia, de pisotear al otro, de joderse al otro?

Lo cierto es , que aunque nos duela, la realidad es cruel, ciertamente los que se quedan “pegados” en lo matrístico, tarde o temprano se verán pisoteados si no entran de lleno a esta sociedad Patriarcal, donde lamentablemente el Statu Quo es “La ley del más fuerte”. He aquí el gran dilema:

- Como ya se sabe vivimos en una Cultura Patriarcal, donde pareciera que no hay cabida para “personas con corazón matrístico”, por lo tanto esto quiere decir que tarde o temprano estos niños deben abandonar su esencia, de lo contrario quedarían desplazados, rechazados, cancelados.
- Podríamos decir entonces que es una de las dos opciones: o la sociedad imperante cambia, es decir, el Statu Quo Patriarcal se transforma en Matrístico para que cada cual pudiese expresar su corazón matrístico-amoroso a plenitud (de paso cambiar la sociedad), o por otro lado, aceptar la triste realidad de abandonar la esencia matristica que ha formado nuestro ser en lo más profundo, para poder ser aceptado y “sobrevivir” en una sociedad altamente competitiva.

Para finalizar, algunas palabras de Humberto Maturana que explicarán este escenario a cabalidad:
La transición de la adolescencia en nuestra cultura es una transición a través de la cual se pierde el respeto por sí mismo y por el otro. Si tengo que presentar una imagen, y he vivido una vida en la sinceridad de la relación, tengo entonces que aprender a mentir.
Tengo que pretender lo que no soy, porque si soy de cierta manera, no tengo que proyectar ninguna imagen, me basta con ser. Cada vez que a uno le están diciendo: “Usted proyecte una buena imagen” le están diciendo: “mienta, por favor, que la gente crea lo que no es”. Estamos tan inmersos en esto que no nos damos cuenta de eso, pero es así. Si uno ha vivido en la colaboración y ahora le dicen que tiene que competir, le están diciendo: “Todo lo que usted aprendió, no sirve para nada; usted aprendió a respetar al otro, ahora tiene que negarlo
.”

La gran pregunta final es entonces ¿ Dónde queda la verdadera identidad? .

Cynthia Zabala G.
Psicopedagogía
Universidad Andrés Bello

1 comentario:

Alex Spichiger dijo...

proyectar una imagen que no tiene que ver en nada con nosotros no es privativo de lo patriarcal.
Debería denominarse bestial o animal.Debemos aprender a camuflarnos.Yo creo que no somos asi solo fingimos, tal cual como algunos animales.Ahora esto es un sobre entendido , si todos saben que se esta fingiendo entonces no existe un clima real, sino ficticio y a la larga peor para el hombre(en genérico).
Lo bueno es que en nuestros hogares tenemos "permiso para ser matriarcales" sin eso no podríamos vivir, necesitamos ser niños, hacer inutilidades.Esto reafirma la importancia del hogar como refugio y que en su privacidad podemos ser como queramos sin seguir directrices de algún tipo
muy bien el blog, buena la info y la redaccion.
Alex Spichiger